... un día perdido en su memoria, le regalaron una pequeña
pizarra que su madre colgó en el pestillo de la ventana con una simple cuerdecilla…
Siempre recordaba con cierta nostalgia lo mucho que le gustaba aquel exiguo objeto.
Al atardecer de un día frío y gris, llovía, y llovía con tal fuerza e insistencia, que la tormenta dio paso a un verdadero diluvio durante las horas de recogimiento y sueño; en el exterior, la intensidad y fuerza de la tormenta iba filtrándose por doquier, llegando a traspasar el marco de la ventana…
A la mañana siguiente todo parecía haber regresado a su calma, pero la lluvia de aquella noche no sólo causó inundaciones en el lugar sino también en su pequeño mundo: a la cuerdecilla ahora le seguía atado un cuerpo mojado, retorcido e inservible… la pizarra se había deformado con el agua.
Cuando recuerda aquel objeto, aparentemente insignificante, sin valor y el escaso tiempo que duró, desfila por su mente la semejanza con muchos de sus sueños y anhelos que penden también de una cuerdecilla en el marco de los días y aunque la lluvia sigue sucediéndose y las tormentas devastándolos, muchos de ellos siguen ahí, maltrechos, tal vez recortados, pero aguardando el día que el sol les dé su realidad...
Siempre recordaba con cierta nostalgia lo mucho que le gustaba aquel exiguo objeto.
Al atardecer de un día frío y gris, llovía, y llovía con tal fuerza e insistencia, que la tormenta dio paso a un verdadero diluvio durante las horas de recogimiento y sueño; en el exterior, la intensidad y fuerza de la tormenta iba filtrándose por doquier, llegando a traspasar el marco de la ventana…
A la mañana siguiente todo parecía haber regresado a su calma, pero la lluvia de aquella noche no sólo causó inundaciones en el lugar sino también en su pequeño mundo: a la cuerdecilla ahora le seguía atado un cuerpo mojado, retorcido e inservible… la pizarra se había deformado con el agua.
Cuando recuerda aquel objeto, aparentemente insignificante, sin valor y el escaso tiempo que duró, desfila por su mente la semejanza con muchos de sus sueños y anhelos que penden también de una cuerdecilla en el marco de los días y aunque la lluvia sigue sucediéndose y las tormentas devastándolos, muchos de ellos siguen ahí, maltrechos, tal vez recortados, pero aguardando el día que el sol les dé su realidad...