sábado, 31 de julio de 2010

CREPÚSCULO


la vida se viste de penumbras cuando apresamos el rencor y la indocilidad de los días... crepúsculos del alma ensombreciendo la luz, miedos, temores agazapados... agravios escondidos en lo profundo, que se esparcen en la ira de una mirada o se convierten en ruido al cruzar nuestros labios...

no hay amanecer que ilumine, ni mano que agarre el alma de quien la oculta en la noche, en la soledad...

no hay acto de amor, sonrisa, palabras que abracen el latido de un corazón sin puertas que se abran o ventanas que se entornen

... y gritamos nuestras quimeras, criticamos el sufrimiento que se nos infringe... como si la noche cayera sólo sobre nuestras espaldas… y es que nuestra capacidad para soportar el dolor y el mal causado a nuestro ser, lo experimentamos tan grandemente, que caemos en la ceguera de no ver nuestra propia pobreza que mira sólo en la oscuridad...


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sábado, 10 de julio de 2010

PASOS INESPERADOS


... hay un refrán popular que dice “Dios es el único que escribe recto con renglones torcidos”...

La vida nos hace caminar por caminos desconocidos, inimaginables, impensables a veces y aunque en cada paso parece que elegimos donde pisaremos el siguiente, a veces se nos cruzan, se nos unen o nos aparecen otros pasos que nos hacen cambiar ese caminar y nos mostramos de formas a veces inusuales, con excesiva alegría cuando nos agrada o con total desagrado cuando nos sorprende desfavorablemente...

En el tiempo he podido comprobar, cómo lo inesperado puede ser totalmente distinto a la primera impresión recibida, la impulsividad del instante no siempre es beneficiosa, ni aconsejable… casi me atrevería a decir que nunca lo es; dejar la vida en el silencio, en ese abrazo del alma, dejar pasar nuestras inquietudes y nuestra alteración por el azadón silencioso, permite muchas veces acoger las situaciones como realmente son y aunque en el instante primero nos parezca una contrariedad puede ser un regalo que recibimos en el camino, un aliciente para los que vendrán después… Dios escribe en renglones torcidos… sí… quizá para darnos la plenitud de caminar en la rectitud, de saber acoger la belleza de una mirada que apareció súbitamente y quizás nos alteró, de sentir que valió la pena la espera ante la contemplación de la llegada...

Solemos ser impacientes e impetuosos, los hombres... ¡qué dulce y amable es dejar la impaciencia y la impetuosidad en el silencio! pasar por el corazón y dejar en el alma las alteraciones de nuestros días, allí donde el silencio las abraza, las viste y les da otra mirada, otra luz, otro color… y en ese dejar, en ese abandonar, el silencio une, el silencio hermana, porque el silencio no sabe de distancias, ni de apariencias, ni tampoco de diferencias… simplemente adhiere, ensambla, unifica lo que la vida visible y real jamás podrá hacer...

Gracias Jorge, esta reflexión nació por y para ti, aunque la comparta con todos, porque aunque no nos conozcamos, percibo vuestra presencia y la plenitud de vuestro silencio.


Safe Creative #1007106792012