domingo, 19 de junio de 2011

OTRA MIRADA

La vida es una sorpresa y más especialmente cuando la contemplamos bajo la mirada del silencio, cuando la envuelve ese decir callado y pleno del silencio…

Recuerdo que Moratiel no daba respuestas, no daba soluciones, no había pregunta-respuesta... nos invitaba a buscar la respuesta en nosotros mismos, a bucear en nuestro interior para hallar la mejor mirada, el mejor entendimiento y ello lo hacía compartiendo su propia contemplación, breves palabras nacidas de su propio silencio. Solía decir que el silencio no es un estado, no es un espacio, no es un tiempo, sino que es una forma de vivir, una forma de entender, de mirar... y siento que es así. Pasado el tiempo, habiendo revisado y leído mucho de su decir, subyace en su mensaje esa forma de vida, esa contemplación que va más allá de la realidad visible, de la estructura física, del entorno e incluso de la más evidente situación.

Este año no pensaba escribir ninguna referencia sobre el encuentro eucarístico en Santa Olaja, de esa ‘Fiesta de la Vida’ como a él le gustaba llamarla, porque los acontecimientos abocaron para mí, de forma muy distinta a la esperada, una indisposición que llevé conmigo desde mi tierra halló la solución en tierras leonesas, pero para ello tuvieron que ingresarme y los tres días que iba a compartir en los entornos naturales de Moratiel y su familia, se tradujeron en una estancia hospitalaria que terminó justo para coger el avión de regreso.

En apariencia todo este suceso era motivo suficiente de inquietud, de desagrado, de agravio… porque evidentemente no pude participar en el almuerzo familiar, de la eucaristía en la ermita, ni tampoco ver, conversar y reencontrarme con los amigos que cada año solemos compartir esas horas, pero lejos de todo ello, sentí la calma, la paz, la tranquilidad de ser acogida por personas ajenas a la escuela del silencio, con una amabilidad y una cercanía regalo de esa otra forma de sentir la vida, de esa contemplación silenciosa, de abrazar los acontecimientos a través de la mirada silenciosa y quizás más claramente para los que somos consciente de ello, además evidentemente de sanar mi dolencia. No quisiera pecar de egocentrismo -tan opuesto al silencio- quisiera simplemente acercar un vivencia que estoy convencida he vivido de forma distinta gracias al silencio, gracias a los espacios compartidos con Moratiel, a lo aprendido de Moratiel y reconozco con constante sorpresa día a día, que el mensaje de Moratiel es mucho más cercano y más visible ahora que cuando lo recibía de su propia voz.

Quiero agradecer la dedicación de todos los que me han acompañado, y muy especialmente a ese ser querido y entrañable, que aún en la sombra, está siempre presente: un beso muy grande para ti, querida Lydia.

Santa Olaja de Eslonza, 11 de junio de 2.011


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