Cuando un grupo se reúne, cuando se celebra un encuentro, cuando hay una intención, una idea, un proyecto común... todo es una expectativa, un buen deseo, una buena intención… pero el resultado siempre puede sorprendernos porque no todo depende de la organización o de los propósitos, ni de la buena predisposición. Siempre un grupo presenta singularidades, diversidad, variedad, y el buen hacer de los integrantes, puede mucho, pero no todo… cierto es que el silencio, en este caso, puede ayudar y ayuda, porque ofrece el entorno, el medio y el espacio e incluso las pautas idóneas para que fluya, pero la ‘magia’, el ‘misterio’ es algo que está o no está, por eso cuando nace, cuando se da… es algo inenarrable, indecible… y eso es lo que ha sucedido en este encuentro de Herencia; espontáneamente se ha destilado una sintonía, improvisada e impensadamente, una naturalidad que ha aromado el encuentro, esas horas compartidas, difíciles a veces y gratas otras, donde todos, además de vivir el silencio, nos hemos beneficiado de esa presencia inesperada… como un regalo del silencio.
Como decía Moratiel, “el silencio no está de moda, no está en alza”, cuando quizá en estos tiempos debería ser a la inversa. En un mundo donde nos movemos en una actividad constante, acelerada, frenética a veces, estresante otras… el silencio calma, ordena o simplemente permite ver las cosas desde una cierta distancia, desde otra perspectiva, sin atolondramientos.
Los que compartimos esos días, antiguos conocidos la mayoría, nos ha sido permitido de nuevo que el silencio vivido en Herencia consiguiera alcanzar, desde casi los primeros instantes, esa armonía recuperadora, ese ensamblaje y esa cordialidad que me sorprendió gratamente desde su inicio. Puntualidad, unicidad, corrección, respeto, aceptación… y esa magia abrazándolo todo y en todo momento, y con eso no quiero negar esas pequeñas cosas que siempre hay que recomponer, reorientar o reordenar… simplemente cuando surgía, el grupo se adaptaba o el tema se unía a nosotros, sin más.
El último día se expresaron algunos de esos sentimientos, de esas sensaciones, palabras que no podría expresarlas aquí, porque el tono, el color, la sensibilidad no puede transmitirse, sino vivirse… el eco de Moratiel con nosotros, no como un recuerdo, no como una memoria, sino de alguien cuya presencia está ahí, estimulándonos con su sencillez, con su naturalidad… Moratiel, como siempre, uno más que nos guía y uno más que nos incita a descubrir el silencio, a mostrarnos ese camino que cada uno ha de recorrer por sí mismo.
Breves palabras, pobres vocablos que sólo desean dejar una brizna, esparcir si cabe esos instantes vividos… no hay pretensión de compartir, ni de explicar… porque el silencio, sólo admite ser vivido…
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REGISTRO: TEXTO Y FOTOGRAFÍA
Fotografía: a. valldaura
5 luces en el Silencio:
Has vivido una experiencia inolvidable, por tus palabras, es como si lo estuviera viendo.
Ojalá algún día en mi país pueda tener algún encuentro del silencio, como lo tienen en Uruguay.
En el silencio es mucho más fácil escuchar el latido de nuestro corazón.
Un beso.
simplemente maravilloso
Creo que Dios habla en el silencio en lo profundo del alma ese es su dialogo todo habla de El es la palabra silenciosa de Dios escuchemosle en el silencio gracias unsaludo en cristo jesus
Hola!! Gracias por compartir!!
Te dejo un relajante y cálido abrazo de luz.
Beatriz
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