domingo, 23 de marzo de 2008

ABRUPTO Y PRIMITIVO

En esta cumbre donde lo variable, lo imprevisible es lo habitual, es fácil caer en la cuenta de lo endeble y frágil que es el ser humano en determinadas situaciones.

Cuando el tiempo es agradable y acogedor nos sentimos, en la cumbre, dichosos y felices, saboreando y gozando del espectáculo que la cima nos ofrece y de la maravilla del lugar, disfrutamos de paseos, escaladas, comidas al aire libre… Pero cuando las inclemencias del tiempo hacen acto de presencia, cuando lo abrupto del lugar se erige en su manifestación, nos damos cuenta de nuestra debilidad y de nuestra escasez para vivir en un terreno agreste como es el risco.

El día de ayer amaneció con niebla, tampoco es algo que deba preocupar, porque en esta época del año es una situación habitual, pero la niebla no desapareció sino que dio lugar a un aguanieve, el cielo se cubrió de gris y el viento sin ser huracanado balanceaba las diminutas gotas de nieve de un lugar a otro, y antes de mediodía, el entorno más inmediato presentaba una aspecto blanquecino, estaba nevando, el frío cortaba el rostro y se introducía hasta los huesos.

Es en estos momentos cuando uno percibe su debilidad, distingue que el hombre, ese ser que, en muchas ocasiones, es autosuficiente, que puede moverse y manejarse con los conocimientos, con la experiencia y con un cierto dominio de si mismo allá donde esté, en estas situaciones es pura fragilidad, pura inestabilidad, porqué ¡ay amigos!, la cumbre sabe poco de conocimientos, de experiencias y de dominios, ella es un ser primitivo y se muestra en su dureza cuando así lo requiere, siendo su manifestación de lo más primaria, y en ocasiones si nos coge de improviso, nos puede poder.

El hombre domina, maltrata y abusa del entorno, de la naturaleza, pero en determinados momentos lo abrupto y primitivo de ella misma, surge y se desata con tal fuerza que recuerda al hombre su impotencia y su fragilidad ante su fuerza, su manifestación y su poder.

Cuando en el silencio caemos en la cuenta de la evidencia, de la verdad, de la palpable realidad, podemos percibir también que ese ser nuestro es como la naturaleza, abrupto y primitivo, cuando al despejarlo de los oropeles de la exterioridad y de los envoltorios sociales, se manifiesta tal cual es.
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viernes, 21 de marzo de 2008

SILENCIO EN LA CIMA


Estoy, en estos días de Pascua, en el risco de la Peña de Francia. Lugar agreste de la naturaleza, donde el tiempo parece no dejar huella y sólo se distingue cierta alteración y movimiento en las horas punta en que los peregrinos acuden al Santuario.

La Peña de Francia es ya conocido por los simpatizantes del Silencio, aunque sea solamente a través de la web, os recuerdo el lugar:
http://www.dominicos.org/pdefrancia/

En este lugar se reviven antiguos y nuevos recuerdos, aquí en la cima, habitáculo del silencio durante muchas horas del día y en determinadas estaciones del año, se oye siempre el murmullo de la vida, de todo lo que rodea esta cumbre. Los pájaros, el crujir del entorno, el sol que brilla en el horizonte a primeras horas de la mañana, el aire fresco que acaricia con brusquedad el rostro y a ciertas horas tempranas de la mañana, alguna presencia callada de peregrinos con sus voces bajas; ahí, en ese entorno, recuerdo la esencia del Silencio que tantas veces nos mencionó Moratiel, ese silencio que no es mudez, es ese silencio de llenura, un silencio habitado por toda la abundancia de la naturaleza, del sentir y del vivir que nos rodea y se nos regala.

Moratiel nos dejó esa frase hermosa “Vivir es pasar”, aquí también se pasa el día, los momentos, se reviven los instantes que ya pasaron en otros días y sin embargo todo permanece como en una especie de eterno pasar, momentos perennes, presentes eternos donde todo parece vivirse en un único ahora.

Mis recuerdos me acompañan, los de antaño y los de ahora, los de ayer y los de hoy, todos ellos se juntan, se unen en esta cima donde el cielo y la tierra sellan sus silencios con un beso de vida.

El amanecer también nació callado, unas breves nubes en el horizonte y en pocos minutos la manifestación del astro sol para iluminar los valles, los pueblos que aún permanecían dormidos, dar calor de vida a todos los corazones que distinguen, en esa callada quietud, el regalo de este nuevo día.

Sí, “Vivir es pasar”, pero en ese pasar, en ese silencio pleno que nos habita hallamos el descanso y la paz que nuestra vida busca siempre tan ansiosamente en el exterior, en la superficialidad, en lo de fuera… sin darnos cuenta que lo grande y hermoso, aquello que no pasa, aquello que siempre permanece, en nuestro interior se halla, en esa naturaleza, en esa vida que nos envuelve.

Con estas breves palabras, ese sentir tan mío, deseo transmitiros y enviaros parte de ese entorno, regalo del silencio, donde la vida no tan sólo pasa, sino que sencillamente se vive.
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miércoles, 12 de marzo de 2008

LA FELICIDAD

LA FELICIDAD, NO ESTÁ EN LO QUE SOÑAMOS, SINO EN LO QUE AHORA SOMOS.

Generalmente los seres humanos andamos siempre a la búsqueda, estamos como a la zaga de obtener eso que llamamos felicidad y que para cada uno de nosotros tiene un aspecto o un valor distinto; a pesar de que nunca sabemos a ciencia a cierta qué es la felicidad.

Moratiel, hombre de términos sencillos, de conceptos suaves, sin grandes artilugios expresivos, nos encamina con estas palabras, a vivir la vida, la de cada día, a estar en lo cotidiano, a lo que solemos definir como vulgar, gris, repetitivo. Esta expresión de Moratiel simple y llana me sugiere que nuestros sueños no son la meta de nuestra felicidad, nuestra vida no tiene una meta que debamos pensar o imaginar, porque en la ensoñación de conseguir esto o aquello nos perdemos nuestro presente, nuestro ahora, nuestro aquí.

Nuestras fantasías, nuestros sueños, nos parecen eso… fantasías, se nos antojan como expectantes presentes mágicos y maravillosos que nos aguardan en un futuro más o menos próximo y mientras esperamos el cumplimiento de esos posibles eventos, desaprovechamos los días y los momentos que la misma vida nos ofrece. Posiblemente luego nos lamentaremos por no habernos dado cuenta de que ese instante se nos pasó fugazmente, sin percibir su presencia, su realidad. Pero ahí estábamos nosotros, en “la luna”, esperando esa hipotética felicidad, ocupados imaginando quién sabe qué.

¡Es tan placentero soñar! ¡es tan amable la imaginación! Lo malo es irnos detrás de esos sueños y dejar pasar la vida sin vivirla, sin acogerla, sin ser, ni estar nosotros mismos en este ahora, en ese instante. Quizás después nos lamentemos por no haber estado aquí y ahora. Pero así somos los humanos.

miércoles, 5 de marzo de 2008

LOS DÍAS Y YO


*
Camino de la mano de mis días
y me siento acompañada por ellos.
Un instante, una flor me regaló
y en el instante siguiente,
una de sus espinas me pinchó.

De la mano de mis días camino
y comparto con ellos los momentos.
Uno de ellos cruzó conmigo el río
y por no fijarme donde andaba,
resbalé y entera me mojé.

Los días de la mano van conmigo
juegan, se esconden, se ocultan,
a veces parecen ausentes…
otras me hacen llorar,
pero nunca… nunca han dejado mi caminar.
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