sábado, 7 de julio de 2012

MIRADAS



El mundo, la realidad, la existencia, la vida sólo tiene dos miradas: la propia y lo que en si mismo es.

Cada uno mira desde sí. No existe la capacidad, ni la posibilidad de salirnos de nosotros, de dejar nuestro ser, para contemplar, ver y entender el mundo de otra forma que no sea desde uno mismo, necesitamos de la materialidad de nuestros sentidos para asimilar esa exterioridad que aflora como ente externo. La materialidad sólo es la nuestra, ella es nuestro vehículo, el medio a través del cual podemos acercarnos, una materialidad que lleva consigo nuestra singularidad y nuestra individualidad.

Todo lo que nos rodea, somos capaces de aceptar que está ahí, aún cuando nosotros no lo percibamos y podemos comprender que sigue estando con o nuestra existencia y entendemos también que permanece e incluso afirmar que existía antes de nuestra llegada y seguirá estando después de nuestra marcha. Ahora bien, lo que está, no siempre es como nosotros lo vemos; vemos, entendemos y comprendemos en función de y bajo nuestras características y nuestra idiosincrasia. Cada persona posee su propia concepción y sabemos por experiencia que una misma exterioridad puede abarcar tantas versiones como miradas contemplen.

Ser consciente y aceptar esa dualidad extrema de lo que vemos y lo que puede ser, abre todo un abanico de posibilidades, de conjeturas, de comprensiones, de hallazgos y encuentros que enriquecen nuestra propia mirada, porque entre el yo y el tú, entre el blanco y el negro, entre el día y la noche, entre la cima y el abismo se extiende un vasto espacio donde la multitud de miradas pueden inscribirse, y es que el mundo y la existencia debe estar compuesto por la suma innumerable de todas las miradas, las que marcharon y las que están, las que nos rodean y las que están en la distancia. Es imposible mirar desde dos lados a la vez, si estamos en la cima podemos imaginar o contemplar el abismo, pero no experimentamos su humedad, ni sus sombras, si estamos en la noche no podemos estar bajo la luz del sol, sin el tú no existe el yo…

Tenemos los hombres el pensamiento, la comprensión y la capacidad de la escucha. Cuando prestamos atención e incluso y sobre todo, cuando aceptamos y respetamos el decir de otra mirada que nos habla desde su propio mirar, el abanico hacia la exterioridad se amplía; podemos no estar de acuerdo, no comprenderla, incluso no asimilarla, pero sin duda ninguna podemos abrirnos a esa otra realidad que existe, que mira y que no es la nuestra… su acercamiento y nuestra escucha sin duda nos engrandecerá …

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2 luces en el Silencio:

Alma Mateos Taborda dijo...

"Todo se ve del color del cristal conque se mira" que no es otro que el que cada uno tiene. Muy buena entrada. ¡ Felicitaciones! Un abrazo.

Pretimi dijo...

Es un rever en el reverse uno mismo. Un instante que comprendemos algo tan claramente y antes nos era quizás, hasta agresivo. Cambiar cota a gota y ver que el océano siempre estuvo ahí nos sirve de aliento y consuelo. Nuestros errores fueron humanos el perdón se halla que actuamos con el corazón. Ciegos del otro en busca de su luz desvanece la marcha pero siempre habrá otro arco iris que mirar ya en comunión, encontrándonos con nosotros mismos.