“En la mañana hazme escuchar tu gracia”
¿Cuántas veces, los que le conocimos y estuvimos en los encuentros, escuchamos este verso en sus labios?
Moratiel solía enunciarlo por la mañana, a la primera hora del día, tal como el mismo salmo parece indicar. Ahora, al querer comentar este matiz tan cercano a nuestro ambiente y a nuestros entornos del Silencio, creo que Moratiel quizás iba más allá de su literal expresión, de su hora del día, de su encuentro diurno con nosotros.
Todos sabemos cuando es literalmente la mañana de un día cualquiera. Cuando hablamos o mencionamos este momento del día tenemos, inconscientemente presente, la jornada entera a continuación.
Moratiel hacía siempre mucho hincapié en el instante de ahora, el momento presente, ese espacio breve de tiempo y de vida que tan fugazmente nos cruza sin damos cuenta. La mañana para el hombre que habita, vive o busca el silencio puede ser cualquier hora del día, cualquier momento, porque cada espacio, cada ahora, cada instante, cada lugar y cada minuto puede ser la mañana de nuestro despertar, de nuestro compartir, de nuestro dar, de nuestro vivir, el inicio de nuestro paso, el comienzo de nuestra andadura.
A cualquier hora del día o de la noche podemos acompañar al salmista, a Moratiel y decir también con ellos “En la mañana hazme escuchar tu gracia”.
sábado, 28 de julio de 2007
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