martes, 24 de julio de 2007

SOBRE EL HOMBRE MORATIEL

Conforme voy conociendo más detalles y más aspectos de la vida de Moratiel, del Moratiel “discípulo del Silencio”, cada vez entiendo mejor su condición, su actitud, su especial forma de ser. Él nunca fue una persona que tuviera demasiado interés, ni entusiasmo en que sus palabras fueran publicadas o transcritas. Es más, en alguna ocasión había expresado estas palabras: Os podéis olvidar de todo lo que me habéis escuchado, os podéis olvidar de todo... porque todo está en vuestro corazón.

Fernando Suárez en su artículo “La llamada del silencio” define muy bien el camino espiritual de Moratiel al utilizar la expresión “misticismo antropológico” porque “el Dios de su corazón es el Jesús histórico”.

Su teología, su apostolado, su comunicación... eran él mismo. Su expresión, su voz, su sinceridad, ese movimiento de sus manos balanceándose al hablar, su mirada, su sonrisa… era sencillamente para verle, como se suele decir, en vivo y en directo. Sus libros no son así, mejor dicho, las palabras impresas exponen, dicen, pero no pueden transmitir su expresividad, su tono, su voz.

Moratiel habla del Ser que todos llevamos dentro, como la fuente que nos sacia de todas nuestras necesidades sensitivas y espirituales. Este Ser puede ser Dios para los cristianos, Yavé para los judíos, Alá para los musulmanes, el Nirvana para los budistas, la propia perfección para los no creyentes… Por eso sus palabras y su sentir eran válidos para todos. No tenía formulaciones, no tenía dogmas, no había que suscribirse, no había que asociarse, no pedía nada, ni exigía nada… sólo ofrecía. Ofrecía su propia vivencia, ofrecía lo inexplicable con un lenguaje sencillo y entendedor a todos los niveles, nos hablaba del río, del agua, de la montaña, de la nube, del chopo, del robledal… contaba leyendas de princesas y reyes, animales que hablaban con los hombres, ermitaños, ladrones… etc. ¿Quién no era capaz de entender estas palabras? Nadie. Todo el mundo las acogía y sabía extraer, a su manera, la sencillez del mensaje. Un mensaje tan simple y a la vez tan revelador, que sólo invitaba a seguirlo.

Evidentemente detrás de esa sencillez y de esa simplicidad estaba su propia vivencia, su propia experiencia, su propia andadura. Una andadura que tuvo sus más y sus menos pero que nunca expresó, al menos que yo sepa. Aunque de todo ello también supo valorar y también supo encontrar, una enseñanza, un mensaje.

1 luces en el Silencio:

Anónimo dijo...

Moratiel fue un ser especial que supo transmitir su vivencia a través de su propia vida. Una hermosa suerte los que tuvimos la ocasión de cruzar nuestros caminos.