martes, 4 de septiembre de 2007

SABER MIRAR LA VIDA

Vivir es pasar.
Jamás se detiene, jamás se paraliza la vida, jamás se puede fijar; la fijación es la muerte
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(j.f.Moratiel)

La vida debería ser un pasar gozando de todo lo que la misma vida pone en nuestras manos. Jamás se detiene, jamás se paraliza la vida, jamás se puede fijar; la fijación es la muerte. Sin embargo convertimos la vida, muchas veces, en sufrimiento, porque la queremos y la vivimos según nuestros reglamentos, según nuestros criterios, según nuestros propios pareceres.

La existencia es nuestra, cada uno tiene en la mano su propia vida, su propia mirada para ver esa vida. Las experiencias que vivimos dependen de nuestra percepción, de nuestra manera de vivirlas, de nuestra forma de mirarlas, todo depende de cómo acojamos nuestra realidad.

Es un entramado la vida, una finísima e invisible red de exterior e interior, de superficialidad y de interioridad, de alma y cuerpo, de afectos y de indiferencias, de amor y desamor, de días y de noches, de deseos y de realidades…

Cuando miramos la vida desde el portal, cuando vivimos la vida desde nuestra fachada... el exterior, la superficialidad, el cuerpo, las indiferencias, el desamor, las noches y los deseos están a la vista bellamente disfrazados y a nuestro alcance, lo que nos expone, sin remedio, a la tentación de ser seducidos, de ser cautivados por ellos y convertirnos en futuras víctimas del desengaño, de la desilusión, de la amargura; a vivir situaciones y realidades que nos causarán disgusto, que nos ocasionarán sufrimiento.

El sufrimiento podemos evitarlo o menguarlo cuando pasamos por la vida sin fijar, sin retener, sin adueñarnos, sin posesionarnos de ella. Cuando nuestra vida es vivida desde nosotros, desde nuestro interior, desde nuestra esencia, desde un puertas adentro. Cuando vivimos así nuestra vida, entonces la vida es una continua sorpresa, una retahíla de vivencias que permiten enriquecernos y llenarnos.

El entramado de la vida tiene también sus puntos negros, pero al no fijar, al no querer paralizar, al no retener nada, el sufrimiento se convierte en el paso, en la enseñanza, en el aprendizaje que nos permite avanzar, madurar y crecer.

1 luces en el Silencio:

Anónimo dijo...

A veces me entra la tristeza con esto de experimetar que todo se me escapa o que el camino es el despojo y confieso que me duele... pero ¡es asì! todo sigue su curso, la vida pasa!!!...pero que alegrìa grande cuando descubrimos que detràs de ese pasar...hay algo que està...que permanece...algo que...pase lo que pase...no se escabulle, no se evade, no desaparece. Se me ocurre que todos podemos sospechar esto...todos podemos "captar" la presencia del que ES...del que PERMANECE a pesar del constante devenir...y cuando esto ocurre, cuando "pescamos" que hay ALGO que nos sostiene, que nos habita, que nos da razòn de ser...(milagro que hace el Sulencio),entonces experimentamos la sensaciòn de eternidad y nos preguntamos con el salmista: ¿dònde està la muerte?...¿dònde està muerte tu victoria?...
Todo El es Vida! es plenitud, es sosiego...es comuniòn...en El nada queda suelto...todo queda integrado en el milagro del Amor.
Amar? què es amar? amar es PERMANECER, permanecer en lo que no cambia. Nuestro ser asì se engrandece y todo lo demàs desaparece. "Permaneced en mi Amor"..."PERMANECED AQUI"... al decir de nuestro Moratiel...
Alexandra