viernes, 2 de noviembre de 2007

"... POR NADA"

Dar por nada. Vivir por nada. Amar por nada
J.F. MORATIEL

Quisiera escribir una reflexión sobre estas palabras que Moratiel expresó varias veces y en distintas ocasiones. Son manifestaciones que quedaron grabadas en mi mente por el gran contenido que siempre me transmitieron y por la dificultad en ser vividas dentro de mi vivir cotidiano. Me tomo la libertad de reflexionar “en voz alta”, porque desde que se las escuché la primera vez, siempre me sorprendieron y me parecieron bastante utópicas. Con el paso del tiempo su mensaje se me ha cómo desmenuzado en mi comprensión y aunque siguen pareciéndome bastante irrealizables, por lo que a mí respecta, las recibo como más cercanas.

El concepto de “… por nada” es muy hermoso y a la vez muy altruista. Sé que hay personas que hacen cosas por nada, por el simple hecho de hacerlas o porque así las sienten, y a la vez quizá lo hagan durante largos períodos de tiempo. Pero creo que en el fondo siempre esperamos recibir algo, aunque sea una muestra de agradecimiento o desde nuestro ego, un resaltar nuestra acción realizada. Moratiel termina cada concepto “… por nada” pero para mí no se vive de la misma forma, ni se espera lo mismo, ni se siente de igual manera el dar, el vivir o el amar.

El DAR quizás sea algo más cercano o factible, damos limosna, damos una sonrisa, damos compañía, damos un tiempo, damos… donde el dar es un acto que suele ser temporal, porque se da algo que de una forma u otra se posee. No entro en los actos heroicos y extremos, porque mi objetivo en esta reflexión es hacerlo desde lo cotidiano, una reflexión desde nuestro vivir diario. Bien es cierto que el “dar por nada” si se hace de corazón, los que lo han experimentado dicen que reciben más de lo que han dado.

El VIVIR tiene otros conceptos variados. Vivimos porque estamos en este mundo y no podemos hacer otra cosa con esta existencia que nos ha sido dada que vivirla. Metidos en esta vida nos habitan unos deseos, unas metas, unos horizontes, unas ansias… y vivimos esperando realizarlas. Vivimos deseando mejorar, tener buena salud y sentir el calor de nuestro entorno. Vivimos, y en ese vivir, caminamos hacia una meta o una dirección y lo hacemos por algo, porque así lo impone la propia vida o porque así lo esperamos o deseamos nosotros, pero creo que siempre vivimos por algo o esperando algo en relación a lo exterior de cada uno.

Cuando llegamos al concepto de AMAR, a mi particularmente me parece un sueño casi inalcanzable el “Amar por nada". Cuando amamos deseamos relacionarnos con la persona amada, ya sea nuestra pareja, nuestros hijos, nuestros padres, amigos o demás familiares y conocidos. Cada uno en su grado de afecto, pero deseamos relacionarnos con aquella persona por la que nuestro corazón tiene un sentimiento, una pasión o una afecto, a unos más que a otros, pero ese sentir hace que deseemos compartir, convivir y relacionarnos con esos seres que amamos. Amar por nada, porque sí, sin más, es lo que a mi me parece demasiado difícil, quizás yo lo observe desde una perspectiva errónea, pero amar significa querer, desear, compartir… es decir, dar y vivir lo que sentimos relacionándonos con lo amado e indiscutiblemente esperamos recibir algo de aquel o aquellos a los que amamos, no material, externo, sino tiempo, momentos, espacio, lugar… y cuando eso no se recibe, sencillamente lo pasamos mal.

Dar, vivir o amar por nada, es para mí como inalcanzable, porque esa forma de ser “por nada” lleva consigo una gran llenura de interioridad. Personas que se sienten y viven acompañados por esa luz interior, por un sentirse habitado y acompañados por la propia vida, como integrantes de ese todo que es el cosmos, que es la vida y manteniendo al mismo tiempo su singularidad, su ser único, es decir, para mí: Moratiel. Y al decir Moratiel (a los que le conocimos) no quiero significar que él no “necesitara” de los otros, que Moratiel no quisiera vivir y compartir con el mundo, sino que Moratiel sabía compartir sus momentos, ofrecer su escucha, dar su tiempo, su espacio, sus instantes y quizás sus pensamientos, pero sin esperar nada, sin desear nada, sin tener en cuenta nada, simplemente vivía el ahora, el instante presente, sin metas, objetivos o proyectos. Sabía vivir la vida que le era dada en ese ahora… por nada.

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