sábado, 1 de septiembre de 2007

LA LIBERTAD DEL APEGO

Es humano apegarnos a las cosas, a nuestros seres queridos, a nuestros deseos, a nuestros anhelos, a nuestras aspiraciones, a nuestras apetencias. Es propio del hombre tener esas “cualidades” o características, precisamente porque somos interior y exterior, porque vivimos hacia dentro y hacia fuera.

Cuando alguna de estas manifestaciones hacia el exterior se apodera de nuestra unidad, de nuestra alma y de nuestro cuerpo, aparece sin remedio la presencia del apego, un apego que se convierte en el eje de nuestra vida, dejamos de ser nosotros mismos para vivir como hojas movidas por el viento del deseo o del afán, pasamos a convertirnos en servidores de nuestro ego.

Todos hemos cruzado etapas de apego, todos hemos sufrido el dominio o la tiranía de sentirnos atados hacia algo que está fuera de nosotros, que es externo a nuestro ser, una situación que se nos escapa de las manos y que puede arrastrarnos. Darnos cuenta, es ya un gran paso hacia la liberación, pero no es suficiente. Admitir que nuestra libertad ya no es nuestra sino que está a merced de esas apetencias y de esos deseos externos, es el punto de partida para recuperar nuestra unidad, nuestra autonomía y nuestra individualidad.

Desprenderse de las ataduras, que nosotros mismos podemos haber creado, puede ser doloroso, triste, incluso nos haga sufrir… pero la recompensa de recobrar la brisa de la vida, la magia y el misterio de nuestra vida, el gozo y la plenitud de vivir de nuevo nuestra libertad, es algo que no tiene límites.

El ser humano comparte, vive y goza de todo aquello que la vida le puede ofrecer, de todo lo que la vida le puede dar, de todo lo que la vida le puede regalar. El hombre es libre, posee una libertad que no puede estar a merced del deseo, de los afanes o de los anhelos, manifestaciones exclusivamente egocéntricas que hoy están y mañana cambiarán. El ego es caprichoso, es voluble, es impulsivo, es inmaduro y ponernos en sus manos nos degrada y nos aprisiona.

La libertad de ser uno mismo, es regresar hacia nuestro ser, retornar al camino de nuestro interior, es reencontrarnos con nuestra unidad, ser de nuevo independientes, soberanos de nuestra existencia, dejarnos acariciar y amar por la vida, por nuestra propia vida. Ser de nuevo LIBRES para vivir de verdad la vida.

1 luces en el Silencio:

Anónimo dijo...

M. Angels, es maravillosa tu reflexiòn...pero...hay que vivir la experiencia del apego para aprender el camino de la liberaciòn. Pues, ¿còmo experimentar nuestra libertad sin la experiencia del apego???...de què entonces nos vamos a liberar???...
Se me ocurre que cuando hemos tenido la fatigoza experiencia de vivir "atados a"..porque es fatigoso caminar con la carga...y encima creer que no podemos soltarla (gran mentira esa...)es cuando el Silencio aparece invitàndonos, insinuàndonos que hay "otro modo de ver", otro modo de mirar la misma cosa... y empieza asì la tarea de la desinstalaciòn...y poco a poco.."sin prisa pero sin pausa" no sin gran dolor...vamos dejando caer costumbres, cosas, recuerdos, palabras,imàgenes...todo se va como mermando...desapareciendo...y vamos poco a poco reconociendo otras formas, otros colores, otros sonidos...que al igual que antes nos reclaman, nos atraen, asì vamos saboreando, mirando, escuchando...pero esta segunda vez lo vivimos con una diferencia...sabiendo que todo es relativo, que es parte de...parte del paisaje del camino, para tan sòlo gozar y dejar que pase... al decir de Moratiel."vivir es pasar"...pues ya hemos aprendido lo que nos pasa si hacemos de esa pequeña parte el TODO de nuestra vida...
Si volvemos a sufrir...es señal de que tenemos que "repetir el curso"...
La graduaciòn? un corazòn libre...libre para AMAR! del todo al TODO! .
Gracias por darme la oportunidad de compartir.
Alexandra.